- No pongas esa cara nena, tienes toda la eternidad para ir a la escuela – me dijo mientras yo me subía al coche.
- No te burles tía –Grite- nunca volveré a tener o a parecer de esta edad, así que cómo podré asistir aquí a ver dime – En verdad estaba enojada, e iba a descargar mi enojo en quien menos lo merecía.
- Lo se, y lo siento, pero bueno a lo mejor te alegra saber quien llego esta mañana – Y puso cara de asco, la cara que siempre ponía cuando hablaba de Jacob. Mi corazón comenzó a latir desesperado, todo lo demás se me olvidó, solo quería que mi tía fuera más rápido para llegar pronto a casa.
Jacob era la persona más importante en mi vida, no podría expresar con palabras lo que sentía por él; era mi mejor amigo, mi hermano mayor, mi confidente, el que siempre estaba ahí para todo; verlo para mí era como ver el arco iris, su sonrisa podía arreglar todo, incluso mi frustrado primer día de clases. Jake era el mejor amigo (hombre lobo) de mi mamá cuando ella era humana, e hizo muchísimas cosas por ella, se tenían mutuamente un cariño muy especial, él estuvo con ella cuando estuvo embarazada de mí, era de los que votaba por destruirme, pero su amor por ella se transformo en cariño para mí cuando me vio, supo que no era el monstruo que todos pensaban y desde entonces ha permanecido a mi lado, cuidándome como los demás.
- Y que fue lo que pasó, tu papá no dijo mucho, sólo que había dos vampiros neófitos en la escuela y que tenía que venir por ti.
- Pues la verdad yo tampoco sé mucho, entré a mi clase de historia y en la ultima fila estaban sentados dos vampiros jóvenes, como de 15 años, así como yo, uno de pelo negro de un estilo bastante gótico y el otro peinado con rastas así como los que cantan hip-hop. Uno de ellos me habló, me dijo ¡hola! pero lo escuche en mi mente, creo que tiene ese don, como el mío, pero sin tener que tocar a las personas. Inmediatamente después llegó mi papá y aquí estoy, contigo rumbo a casa – suspire resignada.
- Pero veras a Jake- y volvió a hacer cara de fuchi. Y a mi se me iluminó el rostro con una amplia sonrisa.
Jacob vivía en Forks, con Billy su padre, éste se encontraba muy enfermo por lo que Jake no podía separarse del él por mucho tiempo, es por eso que no estábamos juntos tanto como queríamos, además mis padres insistían en llevarme de viaje siempre, por lo que la mayoría del tiempo estábamos separados, lo que me provocaba mas que una tristeza, un sentimiento de estar incompleta, como si me faltara la mitad de mí. Trataba de no pensar mucho en eso, porque sabía que mi padre lo sabía y eso le aterrorizaba, ningún padre puede soportar el primer amor de su hija, mucho menos si tu hija tiene solo 6 años.
Al verlo en la puerta de mi casa, con sus más de dos metros de altura, su cabello negro largo atado en la espalda, su piel rojiza y su grande sonrisa, corrí hacía él extendiéndole los brazos.
- ¡Jake! – dije mientras me lanzaba a sus brazos – que bueno que viniste, me hacías mucha falta – el me besó la mejilla y abrazados entramos a la casa.
- Pensé que te vería hasta la tarde, ¿la escuela termino muy temprano, o tan pronto te echaron? -me dijo mientras entrabamos a la casa.
- Por eso – fingí enojo – no te burles, que gracias a la paranoia de mi padre tuve que regresar temprano a casa.
- ¿Por qué? ¿Qué pasó? – En la casa estaba Emmett y mi abuelita Esme, ambos se acercaron a nosotros, pues también querían saber que problema había tenido en la escuela, que había hecho que mi padre telefoneara a Rosalie para que fuera inmediatamente por mí.
- Pues en mi clase de historia estaban dos vampiros neófitos, jóvenes –dudé, no sabía como explicarlo- como de mi edad. Yo apenas puede verlos, mi padre entró y me alejo inmediatamente de ellos, según tenían curiosidad por mí, y no quiso que estuviera cerca de ellos, no sé que haya visto en sus mentes.
Jake se comenzó a inquietar, el hecho de que sufriera algún tipo de amenaza, por minima que fuera, hacia que su temperamento se acelerara, sus manos comenzaron a temblar, su insitito de lobo comenzaba a manifestarse y aunque la conversión la tenía completamente controlada, no quería que se sintiera preocupado por mí.
-Jake tranquilo, no pasa nada, mi papá no permitirá que se acerquen en caso de que quieran hacerme daño.
- Nadie podrá siquiera tocarte un solo cabello, de eso puedes estar segura –Suspire resignada, sabia que era cierto, vivía en una especie de jaula custodiada por 6 vampiros y un hombre lobo, lo malo era que no sólo impedían que lo malo se filtrara, sino también todo lo demás.
En ese momento mi mamá también llegó a la casa –perfecto- dije para mi, la sobreprotección de mis padres no tiene límites. Y casi al mismo tiempo llegó mi abuelito, y a los poco minutos Alice, Jasper, mi papá y los otros dos vampiros.
Jake inmediatamente se puso a la defensiva, pero mi abuelo lo tranquilizó diciéndole que mi papá no los hubiera llevado si fueran peligrosos.
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