Me habían vestido, con las ropas nupciales tradicionales, un vestido recto, de tela tejida, color blanco crudo, atado unos centímetros arriba de la cintura por cordeles cruzados; la tela era gruesa, especial para protegerse del frío y la lluvia, aunque completamente innecesario, en primer lugar por mi condición semihumana y en segundo lugar, porque la noche que se había elegido para la boda, sugerida obviamente por Alice, era la mas hermosa y calurosa que había existido en muchos años en La Push. El vestido caía suelto sobre mis piernas y llegaba unos centímetros arriba de los tobillos y llevaba botas hechas de piel de oso, sin cutir, atadas también con cintas cruzadas.
Llevaba el cabello peinado en media coleta, trenzada, y el resto caía libre en mi espalda. Era una vestimenta completamente sencilla, pero me sentía hermosa, talvez porque era completamente feliz.
Sobre los hombros me colocaron una capa del mismo material del vestido en color azul cielo, con la orilla bordada con rombos colores y haciendo pico en mi espalda.
Cuando llegó el momento Sue se acerco a mí, tomó mi mano y me miró a los ojos.
- Debes permanecer siempre fuerte; emocional, mental, física y espiritualmente, para cuidar de tu familia. Ser respetuosa y dulce con tu esposo, y leal a los tuyos – Prosiguió a colocarme una guirnalda compuesta de de flores, piedras pequeñas y plumas blancas, sobre la cabeza.
Después, con una pintura color ladrillo, hecha a base de plantas, me dibujo unas líneas debajo de los ojos y en medio de la frente, mientras invocaba en el idioma Quileute a la diosa de la fertilidad y la de la sabiduría, para que me acompañaran en mi nueva vida.
Mis padres se despidieron simbólicamente de mí, ya que de todos modos seguiríamos viviendo juntos en Hanover. Jacob había renunciado a ser el Jefe de los Quileutes, cargo que había asumido entonces Sam Uley. Me expresaron sus mejores deseos en mi vida de casada. Y mi padre se apresuró a regresar a la playa donde esperaban los demás.
Detrás de las mujeres de mi familia, en procesión silenciosa, caminé hacía la playa. Mientras avanzábamos se podían escuchar, cada vez más cerca, los tambores y los cantos Quileutes. Los demás invitados se encontraban ahí, de pié, formando un semicírculo alrededor de una enorme fogata de llamas azules, un integrante del consejo, arrojaba sobre ella polvos que hacían que el humo se volviera de colores, en señal de que una ceremonia de matrimonio se estaba efectuando.
Me sobrecogí al observar sus expresiones, en completa deferencia hacía mí, me sentí cohibida por primera vez en mi vida. Estuve a punto de darme la vuelta y echarme a correr. Comencé a respirar profundamente para darme valor y lograr seguir avanzando, no quería entrar en pánico, dónde iba a quedar la fortaleza de espíritu, que se pretende en una novia Quileute.
Alcé la vista y Jacob se encontraba ahí, con esa sonrisa amplia y franca que lo caracterizaba, me infundió confianza y completa seguridad, pero él también movía las manos, ansioso. Se veía radiante con la vestimenta tradicional Quileute. La ancha camisola y le pantalón estaban fabricados de la misma tela que mi vestido, también llevaba botas de piel de oso con tiras cruzadas, y sobre los hombros una gruesa capa hecha de piel de lobo rojo; sonreí por el detalle, y me dirigí completamente segura a su encuentro.
Mi familia entera estaba ahí, la familia de Jacob también, era una reunión bastante singular, por las especies que se ahí encontraban; hombres, licántropos, vampiros y hasta una Sílfide, compartían en completa armonía, unidos por su amor a nosotros.
Mi dicha era completa, ahora, que después de decir nuestros votos, habíamos recorrido completamente la fogata, para, finalmente, mantener las manos entrelazadas, frente a Sam. Éste entonó los cánticos Quileutes, del ritual de matrimonio, luego nos ungió con aceites y pintó líneas azules sobre nuestros rostros. Yo mantenía los ojos fijos en Jacob, quien me devolvía la mirada con el mismo amor y veneración, las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, pero no las limpie temiendo manchar la pintura. Por último para cellar nuestro compromiso, Sam nos entregó nuestros Tótems, dos piezas idénticas que llevaríamos eternamente en el cuello, simbolizando nuestra unión.
Quedé maravillada al observar aquel perfecto lobo tallado en piedra blanca, envolviendo con su cuerpo un corazón, hecho con una piedra transparente azul. El corazón se me llenó de ternura al comprender como, en esta pieza, estaban representadas nuestras especies unidas. Sam los colocó en nuestro cuello, entonces todos los presentes se tomaron de las manos, cerrando el círculo. Sam dijo las últimas palabras del ritual, e inmediatamente después Jacob me tomó entre sus brazos, y me besó.
Mucho tiempo después, lentamente levanto el rostro y con los ojos centellando, por la emoción, me dijo.
-Eres mía… - me estremecí al descubrir la inmensa pasión en su voz.
- Siempre lo he sido –respondí de la misma manera.
- Desde siempre y para siempre –sonrió.
Volvió a besarme, y el mundo desapareció bajo mis pies.
Muy bueno tu fic me ha encantado recien lei esta primera parte...Muero por leer mas... Mis Felicitaciones
ResponderEliminarwow creeme ke comence a leer y no pare hasta terminarlo estubo wooooooooooow
ResponderEliminarme encanto deberas
muchas felicidades
ahora me ire a ler la segunda parte
lo mismo digo , me lo ley de un tiron , en serio muy bueno
ResponderEliminarEstá genial estoy deseando leerme la segunda parte.
ResponderEliminarTienes la segunda parte?
ResponderEliminarte felicito por esta primera parte se que hace tiempo que lo publicaste pero por casualidad lo encontre
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